Yo no soy experta en relaciones, pero me han pasado ciertas cosas y he escuchado algunas otras, que me han dado suficiente material para hablar sobre algunos temas, hoy quise escribir sobre esas señales que muchas veces decidimos ignorar al inicio de una relación.
Les voy a contar una de mis pequeñas historias.
Hace algunos años, podrían ser ya seis, conocí a este tipo, súper interesante, “fotógrafo”, encantador y muy atento. En ese momento yo estaba muy ilusionada, nunca me había ido bien en el departamento de las relaciones, y cada vez que conocía a alguien nuevo me emocionaba muchísimo. Era de las que veía pajaritos preñados por todos lados.
Comenzamos a salir, y bueno, en esa época yo estaba terminando mi primera licenciatura, y tenía un trabajillo, si bien no ganaba millones, era suficiente para darme mis gustos. El tipo en cuestión, mayor que yo algunos años, no lograba mantenerse en un trabajo, y no tenía la mínima intención de terminar su carrera. Me tocó a mí correr con los gastos que surgieran en la relación. Por ejemplo, si el tipo iba a visitarme, cuando le tocaba irse yo tenía que darle plata para el taxi. Ah, y claro, este tipo de personajes usualmente tienen algún vicio, y por supuesto, para eso sí había, o conseguía, el dinero.
Nunca me invitó a cenar, nunca me invitó a pasar el fin de semana en algún lugar sin que yo no tuviera que pagar por los dos. Claro, en este punto yo ya debía haberlo dejado, pero como buen manipulador, todo lo malo que tenía lo compensaba siendo charming, y yo de idiota pensaba que algún día se pondría las pilas y empezaría a aportar algo más que su encanto a la relación.
Los meses iban pasando, y el susodicho no conseguía sino “camarones”, su actitud me empezó a incomodar, porque por si fuera poco, el tipo fue cambiando de Mr. Charming a Mr. Son of a Bitch (pardon my french).
En este punto yo ya me lo quería sacar de encima. Y tal vez muchos pensarán que es muy fácil dejar a un tipo así, y sí, puede que sí. Lo sería si el espécimen no se hubiese “convertido”, en un psicópata, que en una ocasión amenazó a un amigo con un cuchillo, “porque me estaba mirando mucho”.
Para resumirles el final de esta novela, cuando finalmente me armé de valor y lo logré sacar de mi vida, tuve que ir a una corregiduría a ponerle una orden de alejamiento, porque, no se cansó de llamarme, para amenazarme, además de hostigar a mi mamá y a una de mis mejores amigas.
Finalmente desistió, y gracias a Zeus que ya no sé nada de él, ni de su vida. Lastimosamente al salir de ahí, busqué desesperadamente protección, y terminé en Guatepeor, pero esa es harina para otra entrada.
Les he contado todo esto, porque muchas veces dejamos pasar las señales de que algo no anda bien con esa persona. Una simple cosa como, no pagar la cena porque “accidentalmente” dejó la billetera en casa, puede ser el inicio de una pesadilla.
Yo creo en la igualdad de derechos, léase bien, derechos, entre los seres humanos, pero hay ciertas cosas, por las que algunos me llamarán sexista, en tanto al tema de roles, que no me permiten dejar de ver al hombre como protector y proveedor, y es que es algo instintivo, nada tiene que ver con el hecho de que una mujer no pueda valerse por sí misma, tiene que ver con el hecho de que si dos personas deciden unir sus vidas por un periodo no determinado, cada una acepta un rol y lo desarrolla, en pos del otro. En mi caso, yo creo que el hombre debe proteger y la mujer cuidar del bienestar. Espero se entienda a qué me refiero.
No estoy de acuerdo con compartir los gastos cuando una relación está en una fase inicial, yo creo que el hombre debe cortejar, y si no tiene el dinero suficiente pues que busque un trabajo y ahorre para brindarle una cena decente a la mujer que pretende, y pues lo mismo en el caso de que haya que ir al push, porque no se trata de que “los dos van a gozar”, se trata de ser un hombre, y en buen panameño «pararse firme», para poder ofrecerle lo mejor a la mujer que usted dice amar. Porque si no puede pagar las dos horas de push, ¿cómo pretende comprar los pañales y la leche? No es tampoco intercambiar cosas por sexo, es demostrar el interés que se tiene por tener el honor de caminar del brazo de esa mujer.
Existen muchos conceptos erróneos en tanto al tema de igualdad de la mujer y el hombre y al tema del feminismo. Yo no me considero ni igual a un hombre ni superior, como tampoco creo que ser feminista quiera decir que debo andar sin depilar o sin maquillar, sólo por guerrearme con el estándar de belleza y no seguir dictámenes socio-culturales ya establecidos. Una mujer puede ser independiente y a la vez dejarse conquistar. También puede invitar un día la cena o el cine, pero no que se vuelva algo rutinario.